Historia de Fernando Martínez, Jhonatan González, Iván Cabanzo
La violencia generada en Ecuador por los cárteles mexicanos ha desatado el desplazamiento forzado de miles de ecuatorianos que llegan a México.
Entre enero y junio de este año, el Instituto Nacional de Migración (INM) detuvo a 23 mil 258 personas provenientes de ese país, un incremento de 766 por ciento respecto al mismo periodo de 2022, cuando se detuvo a 2 mil 685, de acuerdo con datos de la Unidad de Política Migratoria, de la Secretaría de Gobernación.
Así, Ecuador pasó del octavo lugar en 2022 al cuarto en 2023 entre las naciones con más ciudadanos detenidos en México por agentes migratorios.
En Manabí, una de las 24 provincias del país andino, se culpa a los cárteles mexicanos del incremento de la violencia que se registra desde hace seis meses, según contó a MILENIO Yahir, un joven de 21 años que se dedicaba a la repostería, pero que huyó de su país cuando el negocio en el que trabajaba cerró por el cobro de piso o “vacunas”, como le dice en Ecuador.
“La situación es terrible, hay trabajo, pero es complicado, es muy peligroso. Son las vacunas, a todos los negocios les está pegando”, dijo en entrevista en Coatzacoalcos, Veracruz.
MILENIO publicó este sábado que autoridades de Ecuador atribuyen al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) la violencia entre grupos criminales —que se registra en ese país desde 2020— cuando comenzó a apoyar a bandas criminales locales, mientras que el cártel de Sinaloa lleva 20 años en esa nación.
El cártel de Sinaloa está vinculado a la célula local de Los Choneros, cuyo grupo antagónico, Los Lobos, está respaldado por el CJNG.
Desde noviembre de 2021, el presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, aseguró que su país se enfrenta a cárteles internacionales, en referencia a los mexicanos.
“Ya no nos enfrentamos a la delincuencia común, sino a los más grandes cárteles de la droga de todo el mundo”, manifestó.
En la capital de Ecuador, Quito, los delitos más recurrentes son las violaciones, peleas callejeras y venta de drogas, aseguró Eri Reyes Ramírez, una joven migrante de 30 años entrevistada en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
“Sales y te roban, si no te acuchillan, te dan tiros, te violan, está feo lo que pasa en Ecuador, no puedes andar por ahí, no puedes estar seguro”, indicó.
Relató que ella tuvo que salir del país, pues las condiciones sociales y de seguridad no le permitieron continuar con su familia, además de que en múltiples ocasiones recibió amenazas de muerte de pandilleros que operaban cerca de donde residía.
En Ciudad de México, personas ecuatorianas también señalaron que la situación de violencia en su país provoca que no pueda ser habitable.
“A mí me mataron a mi hijo el año pasado, después asesinaron al chico que puso la denuncia y a mí me extorsionaron. Yo no he denunciado porque tengo más hijos y corren peligro”, mencionó Mariana, madre soltera que pidió resguardar su identidad por cuestiones de seguridad.
Hace más de un mes que huyó de su país. Viaja con su hija, sus nietos y su hermano.
“Está fuerte la situación allá en Ecuador, está duro, ya no se puede vivir. Para que me maten un hijo otra vez o a alguien de mi familia, prefiero emigrar”, contó a un costado de la terminal de autobuses Central del Norte, donde buscaba tomar un transporte que la acercara más a su objetivo: Estados Unidos.
En el mismo sitio se encontraba Julia, quien llevó a cabo su viaje por tierra, cruzando el Tapón del Darién.
“Después de que pasamos Guatemala, en las balsas llegamos a México, a un pueblito, y de ahí empezamos a agarrar combis. Llegamos a Tapachula y compramos el pasaje directo a Ciudad de México”, narró.
En el centro de la ciudad —a las afueras de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar)— también hay personas originarias de Ecuador.
De acuerdo con cifras de dicho organismo, en lo que va de este año mil 196 personas de Ecuador han pedido la protección internacional a México, prácticamente la misma cifra registrada en todo 2022.
“Hay mucho salvajismo, vandalismo, secuestro, extorsiones”, comentó Eduardo, quien esperaba afuera de la Comar para comenzar su trámite de solicitud de refugio, aunque confesó que su intención también era llegar a Estados Unidos.
Según Eduardo, sus connacionales viajan en grupo y no se detienen regularmente en alguna dependencia migratoria.
“Hacen lo posible para seguir adelante y no quedarse en el mismo sitio, porque los tienen en un acoso para poder seguir adelante. Es muy difícil encontrarlos en grupo, ellos no se paran, van adelante sin importar nada o pagan algo para seguir y llegar a su destino”, expresó.
INFORMACION: MILENIO